Se acostaba esperando soñarlo. Se levantaba deseando haberlo soñado.
Eran dos historias de uno que, el tiempo, convirtió en una larga historia de dos.
Dos caminos distintos que se unen en un punto. Tomó una decisión y jamás se arrepintió.
Sus recuerdos eran como gotas de rocío. Asomaban y se evaporaban con el devenir del tiempo. Y su médico le aseguró que iría a más.
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